Descalza, de piernas cruzadas frente al mar, Lorena espera que seque el
esmalte de sus uñas recién pintadas a metros de un médano. Unos pasos más cerca
del mar, Mariel se queda casi dormida en una camilla de masajes al caer el sol.
En un balneario de la Punta, un grupo de bikinis flúo participará de una clase
de yoga con viento costero. En Punta del Este, el sol, la arena y el mar se
combinan en “playas-spa”, espacios con propuestas de relajación y cuidado del
cuerpo con las olas como escenario.
“Me encanta tener con qué relajarme en la playa. Siempre hago gimnasia, pero durante las vacaciones me gusta aprovechar para meterme al mar después de correr. Este año además me hice adicta a los masajes después de hacer ejercicio”, bromea Manuela, que para cerca de La Barra. Irreverente, la sombrilla que cubre la cama de masajes se vuelve una tentación para cualquiera que camine por la playa Citi Montoya. Las manos de Marcela Fernández son las encargadas de relajar a los turistas que eligen descontracturarse en la arena: “Es un mimo para que el viene acá. Antes de empezar siempre pregunto qué prefieren para trabajar con distintas técnicas. Lo que más piden son masajes descontracturantes, de relajación y en las piernas y la espalda”, cuenta mientras acomoda cremas, toallas blancas y lociones. Las sesiones duran entre 30 y 60 minutos. “Cuando más vienen es al atardecer, con la caída del sol”, agrega Marcela.
La jornada de relajación se puede completar con un servicio gratuito de manicuría. “Limamos y esmaltamos las uñas. Aunque a veces es complicado por el viento del lugar, la gente lo disfruta mucho más que en un salón cerrado. Mientras las pintamos, miran el paisaje. Es otro aire”, señala Cecilia Dorotte, una de las manicuras playeras. El espacio recibe mujeres de todas las edades de lunes a sábados entre las 14 y las 18. También hay celebrities: ayer Teresa Calandra pasó a darle color a sus uñas. Fieles a las tendencias del verano, los tonos que las visitantes más piden son el coral y el fucsia. “Muchas vienen a prepararse las manos para tenerlas lindas a la noche, cuando salen. Además, les damos tips que después pueden profundizar en un salón de belleza”, agrega Cecilia.
A los masajes y la manicuría se suman clases de yoga y gimnasia a la orilla del mar. “Es una época en que cuesta menos hacer ejercicio y, además, muchos están de vacaciones. Entonces, aprovechar el paisaje que nos ofrece el mar suma bastante en las clases”, explica Laura, instructora de yoga que tres veces por semana se encuentra con su grupo de ocho alumnos en una playa cercana a Manantiales y comienza el día saludando al sol. “Es otra energía”, describe. Están también quienes aprovechan los nuevos gimnasios al aire libre que desde este año son parte del paisaje esteño. Desde la conocida playa de Los Dedos hasta José Ignacio, Punta ofrece aparatos gratuitos para hacer ejercicios de piernas, brazos y estiramiento y elongación. “Salgo todos los días a la mañana, camino y después hago 30 minutos de ejercicio. La vista hace que se pase más rápido la hora”, explica Hernán desde arriba de un caminador verde flúo. Si de bienestar y cuidado físico se trata, el mar, parece, vuelve todo más fácil.
“Me encanta tener con qué relajarme en la playa. Siempre hago gimnasia, pero durante las vacaciones me gusta aprovechar para meterme al mar después de correr. Este año además me hice adicta a los masajes después de hacer ejercicio”, bromea Manuela, que para cerca de La Barra. Irreverente, la sombrilla que cubre la cama de masajes se vuelve una tentación para cualquiera que camine por la playa Citi Montoya. Las manos de Marcela Fernández son las encargadas de relajar a los turistas que eligen descontracturarse en la arena: “Es un mimo para que el viene acá. Antes de empezar siempre pregunto qué prefieren para trabajar con distintas técnicas. Lo que más piden son masajes descontracturantes, de relajación y en las piernas y la espalda”, cuenta mientras acomoda cremas, toallas blancas y lociones. Las sesiones duran entre 30 y 60 minutos. “Cuando más vienen es al atardecer, con la caída del sol”, agrega Marcela.
La jornada de relajación se puede completar con un servicio gratuito de manicuría. “Limamos y esmaltamos las uñas. Aunque a veces es complicado por el viento del lugar, la gente lo disfruta mucho más que en un salón cerrado. Mientras las pintamos, miran el paisaje. Es otro aire”, señala Cecilia Dorotte, una de las manicuras playeras. El espacio recibe mujeres de todas las edades de lunes a sábados entre las 14 y las 18. También hay celebrities: ayer Teresa Calandra pasó a darle color a sus uñas. Fieles a las tendencias del verano, los tonos que las visitantes más piden son el coral y el fucsia. “Muchas vienen a prepararse las manos para tenerlas lindas a la noche, cuando salen. Además, les damos tips que después pueden profundizar en un salón de belleza”, agrega Cecilia.
A los masajes y la manicuría se suman clases de yoga y gimnasia a la orilla del mar. “Es una época en que cuesta menos hacer ejercicio y, además, muchos están de vacaciones. Entonces, aprovechar el paisaje que nos ofrece el mar suma bastante en las clases”, explica Laura, instructora de yoga que tres veces por semana se encuentra con su grupo de ocho alumnos en una playa cercana a Manantiales y comienza el día saludando al sol. “Es otra energía”, describe. Están también quienes aprovechan los nuevos gimnasios al aire libre que desde este año son parte del paisaje esteño. Desde la conocida playa de Los Dedos hasta José Ignacio, Punta ofrece aparatos gratuitos para hacer ejercicios de piernas, brazos y estiramiento y elongación. “Salgo todos los días a la mañana, camino y después hago 30 minutos de ejercicio. La vista hace que se pase más rápido la hora”, explica Hernán desde arriba de un caminador verde flúo. Si de bienestar y cuidado físico se trata, el mar, parece, vuelve todo más fácil.