Cuando un negocio no marcha, las opciones son racionalizarlo para que sobreviva o sacárselo de encima, ya sea cerrándolo o vendiéndolo. Es la situación que enfrenta Pluna.
Cuando un negocio no marcha, las opciones son racionalizarlo para que sobreviva o sacárselo de encima, ya sea cerrándolo o vendiéndolo. Es la situación que enfrenta Pluna. La compañía, que se reestructuró hace 5 años, abotonó la deficitaria ruta a España y se expandió en el mercado regional, está asediada por un alto endeudamiento. Sus problemas de caja le dificultan pagar a proveedores, especialmente a ANCAP por el combustible para los aviones. Se acumulan los déficit operativos, aunque menores que hace unos años. Y como si fuera poco, los 10 senadores del Partido Nacional presentaron ante la Justicia una denuncia penal por presuntas irregularidades administrativas y financieras por parte de los dueños privados y estatales de Pluna durante los últimos cinco años.
Ante la crítica situación, los dueños encaran un intento de salvataje mediante una sustancial reducción operativa, más nuevos aportes de capital para continuar volando mientras se implementa la racionalización. Este camino incluye vender o arrendar parte de su numerosa flota de aeronaves, abandonar rutas no redituables y reducir su plantilla de casi un millar de funcionarios, opción lógica pero que enfrentará dura oposición sindical. Los socios privados, por otra parte, insisten en que el gobierno autorice a Pluna a cubrir sus vuelos del puente aéreo, los más frecuentes de la compañía, por la ruta más corta a lo largo de la costa uruguaya. Esta medida sensata, que reduciría costos considerablemente, sigue sin ser autorizada por el gobierno debido a la irresuelta insuficiencia técnica del sistema uruguayo de controles aéreos.
Es incierto el éxito del intento de hacer viable a Pluna, propósito fracasado desde que la aerolínea era íntegramente estatal y que condujo a entregar a socios privados el control accionario. Si nuevamente se fracasa, no queda otro camino que cerrarla o venderla. Pluna tiene actualmente un patrimonio negativo pero mantiene el valor de las rutas de vuelos que tiene asignadas, que son el principal atractivo para un eventual comprador. La aerolínea alemana Lufthansa se interesa aparentemente en adquirir la bandera uruguaya de Pluna para volar en la región. Y otras tres empresas también se han interesado en la compra. Son el grupo argentino Eurnekián, que opera Carrasco y otros aeropuertos en varios países, la chilena LAN, una de las pocas aerolíneas prósperas en un sector golpeado en todo el mundo, y Buquebus, que busca expandir al negocio aéreo su actividad marítima.
Pero los tiempos apremian. Nuestro gobierno ya enfrenta problemas con los de Canadá y Estados Unidos, que han expresado oficialmente su preocupación por el pago de US$ 290 millones que Pluna debe a bancos canadienses y por el futuro de las inversiones estadounidenses en Leadgate, la empresa privada que posee el 50% de las acciones. Otro 25% está en manos de la canadiense Jazz y el restante 25% pertenece al Estado uruguayo. Esta situación y la acumulación de déficit operativos torna apremiante poner en práctica el plan de racionalización para establecer si la aerolínea es rescatable o tiene que ser cerrada o vendida, reconociendo, eso sí, que Uruguay no puede quedar rehén en su salida al mundo de los vaivenes aeronáuticos de Argentina y Brasil.
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